Meditando sobre el sentido de la vida y varias otras cuestiones existenciales llegué a la conclusión de que las calzas son el nuevo pijama aceptado socialmente. El derecho a estar en culo del siglo 21.
Las calzas hacen lícito el caminar casi en nalgas.
Reivindican el derecho de la mujer a no someterse a la estrechez incomoda de la tela de jean.
Le hacen frente a la imposibilidad de la costura.
Al despotismo del tiro apretado.
A la crueldad de no poder agacharse tranquila.
Se lucen frente a la obligación ineludible que imponen los pantalones. Esa que hace obligatorio tener varios de distintos talles que se vayan adecuando a las fluctuaciones de peso. (Variaciones completamente entendibles y naturales, debo decir.) De flotadores y de masa nalgal.
La calza siempre entra. Y suele ser negra, por ende, disimula.
Gracias moda. (Al fin una buena!)
Calza, no te vayas nunca.
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